Finalistas del premio Bienal de Novela Vargas Llosa

Juan Bonilla, uno de los finalistas
Se dio a conocer los nombres de los escritores finalistas del I Premio Bienal de Novela Vargas Llosa convocado por la Cátedra Vargas Llosa, dice la nota de El País:
Prohibido entrar sin pantalones, de Juan Bonilla (Seix Barral), En la orilla, de Rafael Chirbes (Anagrama), y Las reputaciones, de Juan Gabriel Vásquez (Alfaguara) son los tres finalistas del I premio Bienal de Novela Vargas Llosa. El ganador a la mejor novela en español publicada entre 2012 y 2013 se conocerá el 27 de marzo en Lima (Perú). Hasta allí se desplazarán los tres escritores que participarán, del 24 al 27 de marzo, en una serie de actividades literarias organizadas por la Cátedra Vargas Llosa. En esta primera edición se presentaron 325 títulos. El ganador recibirá 100.000 dólares (unos 75.000 euros) y una escultura exclusiva que donará el artista peruano Fernando de Szyszlo. El galardón será algo así como el Booker Prize, según los organizadores. El jurado está integrado por Nélida Piñón, José Manuel Blecua, Marco Martos, Christopher Domínguez Michael y David Gallagher; además de J. J. Armas Marcelo, director de la Cátedra Vargas Llosa, que actuará de secretario. El premio, financiado por la Cátedra Vargas Llosa y la Universidad de Tecnología e Ingeniería de Perú, es el segundo de estas características que se entregará en el ámbito hispanohablante. El otro, que se entrega los años impares, es el Rómulo Gallegos, creado en 1967 y que entonces ganó, precisamente, Vargas Llosa con La casa verde. Juan Bonilla da vida a Vladímir Maiakovski en Prohibido entrar sin pantalones, y con él entrelaza la época de la vanguardia rusa y los años 70, del punk. La novela narra la vida del poeta que creía en el futuro y sus diferentes situaciones, así como su relación amorosa con Lili Brink, formando un trío ya que el marido de esta estaba de acuerdo con la relación. En una entrevista a Culturamas, Bonilla decía que "el Maiakovski anterior a los soviets, tendía a lo que luego, en los setenta, vino a representar el punk: el elogio de la ebriedad, la necesidad de la violencia, el desafío a la autoridad competente, a quien no teme sacarle la lengua o cagarse en todos y cada uno de sus santos dogmas. Maiakovski quería inventar un nuevo modo de vivir, es decir, aspiraba a una poesía –y ya es aspirar− que cambiara la vida".
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