Fútbol y literatura


Comenzó a rodar el balón en Brasil, comenzó el mundial de fútbol y la literatura nunca quedó ajena a tan apasionante deporte. Aquí les presento un artículo interesante de Pedro Zuazua escrito para El País, dice:
 “Hay tres temas universales: el amor, la muerte y el fútbol. Si te interesa lo que le pasa a la gente, en algún momento terminarás topándote con el fútbol”, asegura Santiago Roncagliolo (Lima, 1975). “En el fútbol la tristeza o la alegría no son definitivas y siempre hay una nueva oportunidad, un nuevo partido, a diferencia de la vida. Ojalá la realidad fuera así”, reflexiona Eduardo Sacheri (Buenos Aires, 1967). Dos escritores que coinciden estos días en el campo literario del fútbol con sendos libros: Pena máxima y La vida que pensamos. Cuentos de fútbol (en Alfaguara), respectivamente, y se incorporan a una tradición con autores como Eduardo Galeano o Nick Hornby. El teatro de la vida con 22 jugadores detrás de un balón mientras están rodeados de la algarabía de los aficionados es un material tentador para los escritores. Y no hace falta ser futbolero para llevar este deporte a la literatura. O, incluso, por serlo, algún autor prefiere no escribir sobre una de las pasiones de su vida. No es el caso de Roncagliolo y Sacheri, que en sus nuevas narraciones logra sacar las cosas buenas y menos buenas del ser humano a través del fútbol. Un deporte en que confluyen lo profundo y lo banal, aseguran. Pena máxima es un thriller que transcurre en el Perú durante la celebración del Mundial de Argentina, en 1978, precisamente el último escenario suramericano, antes de Brasil 2014. Estamos en 1978. La selección peruana debuta en la cita mundialista ante Escocia. La república entera está delante del televisor. Un buen momento para cometer un crimen. El disparo coincide con un gol del Perú y entonces comienza para Félix Chacaltana el primer caso de su vida. Sin saberlo, claro. Porque Chacaltana, protagonista de Abril Rojo, Premio Alfaguara en 2006, es 8 años más joven que cuando supimos de él por primera vez y sus problemas tienen mucho peor solución que un crimen: quiere perder la virginidad, vive con una madre dominante difícil de gestionar, padece un intermitente mal de amores y no le gusta el fútbol. “El fútbol es una especie de ritual de la tribu, celebramos lo que somos, o lo que creemos que somos, vituperamos al enemigo, o al que creemos que es el enemigo y nos sentimos parte de algo. Esa es la razón por la que hay tanto fanático del fútbol. A lo mejor tu vida es gris, pero por un día eres parte de algo mucho más grande y compartes un sueño con mucha más gente. No es extraño que un brasileño, un argentino o un español sea fan del fútbol… ¡lo raro es que un peruano lo sea!”, cuenta Roncagliolo al hablar de la pasión de su país por este deporte. Ese ruido, ese alboroto, choca con la soledad de Chacaltana.
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