Feliz cumpleaños a Vargas Llosa

Mario y Patricia en Misti (Perú) Foto tomada de La República (versión digital)

Hoy 28 de marzo, Mario Vargas Llosa, cumple 76 años. Feliz cumpleaños, Marito. Dice la nota de La República:

De cumpleaños. Mario Vargas Llosa cumple hoy 76 años de edad. El Premio Nobel de Literatura celebrará su onomástico en Arequipa, la ciudad donde nació, donde se han preparado actividades culturales y homenajes. Juan Carlos Soto. El peregrinaje de Vargas Llosa ha sido intenso. De Arequipa a Estocolmo-Suecia con escalas claves en el itinerario de su carrera literaria: Cochabamba, donde aprendió a leer. Piura, la de los médanos de arena, algarrobos y la Casa Verde, el combustible para las primeras novelas. La gris Lima, la de Zavalita que recorre la calle Tacna desmoralizado interrogándose: ¿en qué momento se jodió el Perú? París, ciudad luz en donde coció como escritor con los fuegos de Flaubert, Camus, Sartre, entre otros. También Londres y una residencia fundamental en Barcelona, la ciudad catalana donde lo condujo la superagente literaria del boom Carmen Balcells. El escritor ha vivido en más de 70 casas –revela su hijo Álvaro– contando la de la avenida Parra. En el segundo piso de ese chalé de arquitectura republicana se oyeron sus primeros gritos en la madrugada del 28 de marzo de 1936. De ese primer año de residencia mistiana, él no recuerda nada. Con la familia materna en brazos partió a Cochabamba sin recuerdos. Aunque los Llosa se encargaron de llevarse a Arequipa en el corazón. A los cuatro años de edad recién conoció el Misti, las casas de sillar, el queso helado, las pastas de la Ibérica. Todas esas cosas de las que hablaban en los almuerzos familiares. En 1940 llegó con su madre al Congreso Eucarístico, una actividad religiosa organizada en el centenario de fundación española de la Ciudad Blanca. Se alojaron en casa del tío Eduardo; ahí probó por primera vez el chupe de camarones, hoy uno de sus platillos predilectos. De regreso de Cochabamba y rumbo a Piura, en las playas arequipeñas conoció el mar. El automóvil fue obligado a detenerse en Camaná para que el niño se zambulla en las aguas frías del Pacífico. La experiencia no fue muy grata; lo picó un cangrejo en el pie. Desde entonces, ha sido un ida y vuelta. Mario siempre estuvo conectado con sus raíces. Cada visita es una celebración, un reencuentro espiritual con sus abuelos Pedro y Carmen, los tíos que lo protegieron ante el abandono paterno y empezaron a alentar su vocación por los libros. También con amigos y arequipeños vinculados con él por alguna razón. Eduardo Ugarte, Walter Garaycochea y Óscar Urviola refrescan algunas jugosas anécdotas de esas visitas de Vargas Llosa a esta ciudad. (...)

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