Ferrufino-Coqueugniot reseñado

Portada de "Diario secreto"

En la web cultural Ecdotica, se publicó la reseña sobre la novela de Claudio Ferrufino-Coqueugniot quien ganó el Premio Nacional de Novela 2011 con su obra "Diario Secreto", aquí parte de la reseña escrita por Mijail Miranda Zapata:
Semanas después de conocerse el fallo del jurado del Premio Nacional de Novela, se habló mucho de las cualidades narrativas de Claudio Ferrufino-Coqueugniot (CFC). No obstante, el debate centrado en los recursos formales y estilísticos del oficio corrió en desmedro del análisis de contenido y sus diversas interpretaciones. A partir de este espacio se propone reencauzar el curso de las discusiones. No resultará extraño que la novela desate polémica. Si bien esto derivaría positivamente en la apertura de renovados espacios de diálogo, deben evitarse las lecturas apresuradas que degenerarían la complejidad de la obra en prejuicios pacatos y tendenciosos, capaces de provocar su censura. A primera vista, el libro ofrece un personaje sórdido, impregnado de fetiches y hábitos patológicos. Aun así, nos resulta atractivo, siendo esta confrontación de emociones el anzuelo usado por el novelista para envolver al lector que, con el transcurrir de las páginas, se convertirá en cómplice y autor de crímenes espantosos. Los límites de la imaginación y la decadencia son tan cercanos como imperceptibles. UNA DEPRAVADA HUMANIDAD. Los capítulos iniciales parecen proponer un manifiesto ético y estético, denotando la ambición del autor respecto a los alcances de su obra. A su vez, una serie de secuencias anecdóticas deviene en la diagramación milimétrica del universo total de Diario Secreto. Muestra clara de la fortaleza narrativa de CFC, ya demostrada en trabajos anteriores (El señor don Rómulo, Segunda Mención Premio de Novela Casa de las Américas 2002; El exilio voluntario, Premio de Novela Casa de las Américas 2009). Llegado este punto conviene reconsiderar la lectura. Si enfilar el dedo índice hacia el prójimo y azuzar el fuego del veto son nuestro pasatiempo preferido, no valdrá la pena desperdiciar las fiestas navideñas para adentrarnos en el sombrío territorio esbozado por CFC. Oscuridad que, por cierto, no es ajena a ninguno de nosotros. De esta última afirmación puede deducirse que la novela es una interpelación directa al lector, mediante la visibilización de sus pulsiones más básicas y ecuménicas, quien, estremecido en el banquillo de los acusados, no podrá hacer más que admitir su violencia y depravaciones. Adentrándonos en la historia, impresiona un capítulo en especial. En él, uno de los personajes secundarios nos introduce a su relación con el principal. Quizás el minucioso relato de ese microcosmos propicie la certeza de saber que somos víctimas de un cruel prestidigitador que no hace más que proporcionarnos sufrimiento. Una extraña metáfora que nos concibe dioses y mártires a la vez, una elaborada forma de oxímoron. En todo caso nada más impresionante que esta revelación. Habiendo abordado los develamientos, quizás el más triste sea el de saber que este psicópata no es un personaje ficticio, sino la humanidad entera. No será difícil reconocer frases cotidianas que, en este caso, son presentadas como las de un demente. Triste constatación de nuestras miserias. REVALORIZACIONES. De igual forma, los personajes exponen una racionalización exacerbada, casi a modo de justificación, de comportamientos malsanos y sin embargo inherentes al ser humano. Rotunda contradicción en la que nos sumerge CFC. Es así que asumir la humanidad desde la sangrienta experiencia de la memoria se constituye en una actitud frente al mundo. Reconstruirnos desde nuestro morbo por el sufrimiento y el dolor para prescindir luego de estos rústicos pastiches de humanidad. Ir aún más allá de la realidad expuesta, transgredirla, penetrarla, traspasarla. Asesinar el tiempo y sus evocaciones, quedar suspendidos en las insondables praderas de lo eterno, la divinidad hecha carne. Entonces entra en escena la sexualidad entendida como ritual. Resulta necesaria la revalorización del sexo como elemento esencial de transgresión en tiempos en los que pululan manuales de felación y cunnilingus. Una enajenación de la sexualidad a las huestes del desparpajo moralizante y sublimante. Una vez más, la exaltación de las pulsiones primarias. ¿Desenfreno y perversión para vaciar de maldades el mundo? Una alternativa más. (...)

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