Camilo Albarracín, ganador del Premio de Cuento Adela Zamudio
Camilo Albarracín. Foto de La Razón
Más información:Cincuenta y dos cuentos se presentaron al Concurso Nacional de Cuento Adela Zamudio, convocado por el Gobierno Autónomo Municipal de Cercado-Cochabamba, y el jurado destaca que la mayoría de estos presenta buen nivel de redacción y adecuado uso de las técnicas narrativas. Según consta en el acta, la decisión no fue fácil ya que se presentaron textos de muy buena calidad literaria. “El fallo fue dividido respecto al cuento ganador y unánime respecto a los principales seleccionados”. Así, el cuento premiado es El historiador cercado, del autor suscrito con el pseudónimo CAZÉ, que corresponde a Camilo Albarracín Zelada. Además, se otorga una mención de honor a La pelea antes del fin, presentado con el seudónimo DRA, que corresponde a Aldo Ricardo Medinacelli López. El historiador cercado tiene esa tentadora y peligrosa obsesión por la deformación de la conducta humana, sus matices, sus alcances, sus vericuetos, intentando ahondar con resultados distintos en sus profundidades. Es la historia de un loco que se encuentra en el manicomio, quien, para justificar su locura y degradación, crea su doble, un personaje que transita por diferentes momentos de la colonización española, las luchas por la independencia y la revolución agraria en Bolivia. En el cuento se unen lo real y lo fantástico, logrando trascendencia por su trama, la temática y el lenguaje, elementos narrativos coherentes con las características del personaje, señala la justificación del jurado. Albarracín, que es estudiante de Comunicación Social y dedica su tiempo libre a la escritura creativa, indica que su cuento ya estaba escrito antes de enterarse de la convocatoria, pero que sí le tomo tiempo pulir el texto, la fase de corrección. “Hice una reflexión introspectiva y comprendí que yo, como miembro de una sociedad, necesito reconocimiento para saber que estoy haciendo algo correcto”, dice el escritor para explicar qué lo motivó a participar. “Concursé por la gloria, no por el dinero, ya que el trabajo literario no puede ser cuantificado monetariamente”, concluyó.
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