Le Carré desde el túnel


John Le Carré, el escritor británico de espionaje acaba de publicar su libro de memorias Volar en círculos (The Pigeon tunnel); dice la nota:

Cuando el pasado año se anunció el lanzamiento de Volar en círculos (The Pigeon Tunnel en la edición inglesa, con una explicación inquietante del título original en el prólogo), millones de devotos lectores de todo el mundo empezaron a agitarse. Son las esperadísimas memorias de John le Carré que definitivamente verán la luz el próximo sábado en Planeta. El autor inglés, nacido en Poole, Dorset, en 1931, desvela con cuentagotas intimidades de su discreta pero agitadísima vida. Con una secuencia de novelas iniciada en 1961, 10 de ellas adaptadas al cine o convertidas en series de televisión (¿quién se atreverá a reponer El Topo que hizo la BBC con Sir Alec Guinness como Smiley?), David Cornwell, su nombre real, inicia la retirada a sus 84 años amontonando en esta nueva entrega, no todo lo extensa que esperaban sus fieles, recuerdos, anécdotas, aclaraciones o piezas ya publicadas que ayudan a entender el complejo mundo en el que eligió vivir. Ha publicado en más de 40 países y le han leído en más de 30 idiomas. Estas memorias ayudan a entender gran parte de la filosofía de Le Carré, que igual que su alter ego Smiley, protagonista de la trilogía de El Topo, "le había dado cinco vueltas a la luna cuando el resto de los mortales empezaba su primer viaje". Para saber a qué nos enfrentamos basta la cita de la contraportada: "Un buen escritor no es experto en nada salvo en sí mismo. Y sobre este tema, si es listo, cierra la boca". Si él lo dice será cierto. Le Carré es listísimo y el resultado, excelente. Desde su retiro en su casa de campo de Cornualles, la esquina más inhóspita de toda Inglaterra, el ciudadano Cornwell/ Le Carré contradice una de sus frases lapidarias, de las miles que trufan toda su producción (ésta viene de su segunda novela Asesinato de calidad): "De nosotros fue de quienes aprendieron el secreto de la vida, hacerse viejo sin hacerse mejor". En este caso no acierta: tal vez sea más viejo, pero ahora es mejor. Sean pues todos bienvenidos a un elegante y sombrío campo de minas. No son unas memorias convencionales. No hay un hilo temporal desde una infancia en familia, o no, una juventud con amor, o no, un periodo de formación autodidacta o reglada, y un tiempo de madurez. El autor ha hilvanado en 38 capítulos una secuencia ordenada a su criterio, no siempre cronológico, de sus recuerdos, sólo los que considera conveniente hacer públicos. Su currículo es impecable incluso para la exigente casta de la que procede. Le Carré es el hijo de un estafador profesional y enamorado de su oficio y de una madre que abandonó a un marido y sus dos niños cuando Le Carré tenía cinco años, como una espía deja una misión cuando están a punto de capturarla. Lo educaron en los mejores colegios del exigente sistema educativo inglés y enamorado de la cultura y el idioma alemán, la lengua del enemigo. Fue seducido a los 17 años para la inteligencia británica en Berna, donde estudiaba después de una huida de la perversa influencia paterna, e introducido en el parvulario del espionaje por sus profesores cuando regresó a Inglaterra a continuar con su formación en Óxford. En Eton se codea con lo mejorcito de la alta sociedad, es profesor casi tres años e ingresa simultánea y definitivamente en el servicio secreto inglés, donde trabaja entre 1960 y 1964, en Berlín, bajo la socorrida cobertura de funcionario de la Embajada. Escribe en sus ratos libres y publica con el seudónimo de John Le Carré, que ni él mismo sabe de dónde lo tomó, dos novelas policíacas de poco éxito. La tercera, El espía que surgió del frío, y la película posterior, con un Richard Burton impecable, lo catapultan a la fama. Deja su oscuro empleo, una dulce e inesperada recompensa (debe de estar muy harto) y se dedica a escribir a tiempo completo. Tras su éxito literario relativamente temprano dedica unos años a mirar el acoso de Occidente contra el bloque soviético y a contarlo desde su perspectiva. Escribe entre 1974 y 1979 la trilogía que lo acaba convirtiendo, a su pesar, en una autoridad literaria, pero también en un supuesto experto en el oficio que había abandonado bien pronto. El Topo, El honorable colegial y La gente de Smiley son, definitivamente, la gran saga sentimental y muy política de los últimos años de la Guerra Fría y el hundimiento del bloque socialista. Derruido el Muro e instalada la mafia en todos los núcleos de poder del archienemigo y enseguida socio, contempla triste y lúcido los resultados.

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