Mario Vargas Llosa homenajeado en París


El Nobel hispanoperuano fue homenajeado en La Sorbonne de París por su trayectoria literaria. «Con este acontecimiento culmina mi vida de escritor. En París se decidió mi destino como escritor latino americano. Los escritores de mi generación leíamos todo lo que caía en nuestras manos de escritores norteamericanos, italianos, franceses, ingleses, españoles. Pero nos desconocíamos entre nosotros. Es en París donde me descubrí como escritor latino americano. Hoy, aquí, en la Sorbonne, me fotografían delante de una estatua de Víctor Hugo… ¿cómo no ruborizarme y sentirme muy emocionado?» Dice la nota:
La universidad de la Sorbonne rindió homenaje a Mario Vargas Llosa la tarde del martes, con motivo de la presentación de los dos volúmenes de sus novelas en la colección Bibliothèque de la Pléiade. El premio Nobel llegó al acto acompañado de Isabel Preysler,su hijo Álvaro, hermanos Fernando y Vicente de Szyszlo, el novelista JJ. Armas-Marcelo, Juan Manuel Bonet y numerosos miembros del cuerpo diplomático. Carle Bonafous-Murat, presidente de la Universidad de la Sorbonne Nouvelle, hizo el elogio académico del premio Nobel, glosando la dimensión universal de su obra. Alain Rouquié, presidente de la Casa de América Latina en París, recordó los históricos lazos del novelista con la capital francesa. La académica Florence Delay y el actor Bruno Raffaella, miembro de la Comedie-Francaise, leyeron numerosos trozos de las traducciones francesas de varias novelas de Vargas Llosa, que, con motivo del lanzamiento de los dos volúmenes de su obra novelesca publicados por Gallimard en su Bibliothèque de la Pléiade, ha insistido en la importancia del acontecimiento en su carrera. A la pregunta, recurrente, «¿qué significa para usted entrar en la Pléiade?», Vargas Llosa repite con reconocimiento: «Con este acontecimiento culmina mi vida de escritor. En París se decidió mi destino como escritor latino americano. Los escritores de mi generación leíamos todo lo que caía en nuestras manos de escritores norteamericanos, italianos, franceses, ingleses, españoles. Pero nos desconocíamos entre nosotros. Es en París donde me descubrí como escritor latino americano. Hoy, aquí, en la Sorbonne, me fotografían delante de una estatua de Víctor Hugo… ¿cómo no ruborizarme y sentirme muy emocionado?» Vargas Llosa no olvida su relación con Barcelona, con Madrid, con España: «En verdad, la emoción actual quizá sea menos intensa que la emoción que sentí cuando recibí la noticia. Estaba en Barcelona, en casa de mi agente, Carmen Balcells… recibimos una llamada de París. Era Antoine Gallimard, anunciándonos que había decidido publicar dos volúmenes, en la Pléiade, con mis novelas. Fue un momento único en mi carrera. Han pasado ocho años, ocho, desde aquella llamada. Y hoy estamos en esta universidad, recibo este homenaje, Antoine Gallimard está con nosotros.» Sensible a los honores, en una venerable sala decorada con retratos decimonónicos de personalidades académicas, Vargas Llosa parece indemne al acoso de la imaginería «glamour» de la prensa del corazón. Isabel Preysler lo acompaña y le da la mano, en todo momento, eclipsándose veladamente cuando el novelista va y viene errante en la algodonosa nube de los honores… ¿El Nobel? ¿La Pléiade? «Quizá sea mejor la Pléiade. El Nobel te entierra en vida. Te conviertes en un monumento de piedra. Los libros son algo mucho más cálido».

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