Pérez-Reverte: "El tango es sexo, vertical y vestidos"

El escritor español, creador del mítico Capítán Alatriste, presentó su obra "El tango de la Guardia Vieja", en entrevista para Abc.es dice:
Cuando comenzó a tocar las teclas de «El tango de la Guardia Vieja»(Alfaguara) a Arturo Pérez-Revertele faltaban canas para culminarla. Nacido en Cartagena hace sesenta y un años el proximo domingo, reportero de guerra durante 21 años, autor de 14 novelas, creador del legendario capitán Alatriste, académico, Arturo Pérez-Reverte ha visto irse al carajo ciudades, mundos, fortunas, bellezas, riquezas, estatus social, bibliotecas, países... y si algo siempre admiró fue la gente que, en mitad de ese desmoronamiento, mantenía la dignidad: «Y esta novela se basa mucho en eso:en la elegancia del fracaso». -Veintidós años después de comenzar la historia, usted culmina al fin «El tango de la Guardia Vieja» porque necesitaba «cansancio». -Es una novela que solo se podía escribir desde cierta fatiga vital. No es que yo esté fatigado, pero mi edad me permitía comprender. Es una novela de madurez, en donde un hombre [Max Costa, buscavidas con clase] y una mujer [Mecha Inzunza, bella, inteligente] miran su vida hacia atrás: sexo, amor, fracaso elegante...requerían cierta distancia. «La mujer en el tango teje la tela de araña en torno al hombre» -¿El sexo es geometría? -Todo es geometría. Lo aprendí en la guerra. El sexo y el tango tienen que ver con los trazados en el suelo. El tango le puso música a la primera mitad del siglo XX. El tango es un movimiento en un espacio, trazar un territorio. El tango es sexo vertical y vestidos. Y el tango tiende a la confusión: el hombre no gobierna a la mujer, sino que la mujer es la que teje una tela de araña en torno al hombre, es ella la que está bailando el tango en torno al hombre. La mujer como elemento dominante, la mujer como factor decisivo que marca el territorio me interesó mucho. Uso el tango como símbolo entre una mujer inteligente y un hombre listo e intuitivo. -¿Cómo se cuenta el sexo turbio, tríos, amantes, lo reclamaba la historia? -El sexo literario, narrativo, tiene un problema: si te pasas pecas de vulgar o si te quedas corto eres mojigato. Entonces, conseguir el punto justo cuando el sexo se desarrolla es complejo. Esta novela era de un sexo especial. Mecha explora sus rincones turbios con ayuda de un hombre, que no es más que el pretexto para que ella mire hacia dentro de sí misma. Y eso requería un tipo de sexo muy carnal, muy complejo, que después tenía que ser analizado desde la vejez con la lucidez que dan los años. Y que el lector viera esa imagen desde la vejez mirando hacia atrás. Contar esas escenas tórridas, sin caer en la vulgaridad y que fueran elegantes ha sido un desafío técnico bastante interesante. «Contar escenas tórridas ha sido un desafío para mí» -¿Ellas, las mujeres, son inmensamente superiores a ellos, a los hombres, a nosotros? -Sin duda alguna. Moral e intelectualmente. Hay una serie de virtudes femeninas, que son el coraje, la tenacidad, y la complejidad del discurso intelectual que son muy superiores a los hombres. Sobre todo, en la capacidad de hacer frente a problemas de largo recorrido, aguantar moralmente largos esfuerzos. El hombre se agota en el sprint, la mujer es corredora de maratón. Y la mujer tiene una inteligencia genética de la que el hombre carece; la mujer es capaz de explorar una lucidez y una frialdad técnica que el hombre es incapaz de desarrollar. Eso las hace seres superiores, claro. Por eso, que una mujer como Mecha, un ser superior, mire a un hombre con admiración y le diga «te quiero, chaval», «vente conmigo a la cama, chaval», es el mejor piropo que uno puede recibir. Las historias son las mujeres, ellas marcan el territorio. «La mujer son seres superiores al hombre» -La suya es una novela tango de amor y memoria en tres momentos cruciales de la historia de Europa, años veinte, treinta y sesenta. ¿A qué obedece esa división? -Es técnica. Yo dudé mucho cuándo empezarla y terminarla, en qué momento, tenía que pillar una serie de épocas, una transición de un mundo a otro; al final y por razones de estructura literaria comencé en los años veinte y concluí en el 66. Son tres décadas muy importantes: los años veinte cuando está muriendo la belle-epoque, es un mundo que desaparece; años treinta con la Guerra Civil de fondo, la guerra mundial que viene de camino, un mundo turbio, y los años sesenta es la época de los hippies, los Beatles, son tres momentos de transición y vienen muy bien para montar la historia. -«El tango de la Guardia Vieja» es una novela de diálogos, de silencios. -Y para comprenderlos hace falta que el lector se fije en cuáles son los silencios y las actitudes como las palabras. Entonces, en aquel tiempo la ropa, los objetos, la corbata, la manera de sentarte marcaban. Y dediqué un trabajo minucioso a situar en la novela esos elementos que permitirían que el lector captase mejor lo que quería contar.

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