50 años del boom latinoamericano

Escritores latinoamericanos celebran al "boom". Se dice que el inicio del boom latinoamericano de escritura tuvo su inicio con la publicación de "La ciudad y los perros" del peruano Mario Vargas Llosa, hoy son cincuenta años de esta publicación, dice la nota de Página Siete: 
Todo empezó con el deseo de convertir “el dolor en una fiesta” y de colocar a Latinoamérica de otra forma en el mundo. Una magia, un carnaval de la literatura, alimentado por Borges, Carpentier, Rulfo y Onetti, y que Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa convirtieron en un boom, que este mes cumple 50 años. Y es que, sin saberse en qué fecha exacta se inicia el llamado boom latinoamericano, se ha tomado la publicación hace 50 años de La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, como punto de partida. A lo que se suma un homenaje a unos escritores que serán revisados en un congreso internacional que comienza hoy en Madrid, en la Casa de América, y que inaugurará Mario Vargas Llosa. A esta reunión asistirán 46 escritores de ambas orillas del Atlántico, jóvenes y consagrados, que participarán en este encuentro que se desarrollará además en distintas universidades españolas. Ese nombre, ese sonido de boom que definió el apabullante éxito de la nueva novela latinoamericana, fue puesto por el periodista y escritor Luis Harss (Valparaíso, Chile, 1936), quien anticipó este fenómeno sin precedentes en su libro Los nuestros, que publicó en 1966 y que ahora vuelve a editar Alfaguara. Ahí estaban los mayores maestros, Borges, Asturias, Guimaraes Rosa, Onetti o Rulfo, y los jóvenes que serían los magos del boom, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. “No estoy contento con este nombre y muchas veces me arrepiento de él porque me parece un poco superficial”, explica Harss en una entrevista telefónica con EFE. “En 1966 -argumenta Harss- me encontraba como periodista en una reunión en la que estaba Vargas Llosa, en Buenos Aires, con el jurado en torno al premio Primera Plana, y empezaron a hablar de la novela iberoamericana, y entonces hice un comentario idiota al decir que lo que estaba pasando con la novela era como el boom económico que había vivido Italia; luego lo escribí en un reportaje y desde entonces se quedó”. Estos escritores se preocuparon por encontrar un lenguaje y por cómo hacer del continente americano una experiencia universal, señala Harss. “Un continente que había sido marginal, digamos, que alguien llamó el pecado capital de América, que consistía en haber nacido fuera de la cultura y fuera de la historia y que hasta entonces la novela lo había aceptado con un tipo de novelas parciales y regionales. De pronto, estos autores hablaban aceptando su propia tradición, su propia cultura, pero la proyectaron hacia fuera: universalizaron los temas”, sostiene el periodista chileno. Los comienzos del boom El contexto político, en los años 60 y 70, también caracterizó a este grupo de escritores: las dictaduras o la revolución cubana marcaron sentimientos mezclados de utopía, tragedia, barbarie, insatisfacción o deseo de justicia. Así, se fue construyendo una imaginación liberada, un canto de libertad. Una épica del desencanto que convirtió las balas en belleza radical, la naturaleza extrema en mito y el lenguaje en una fiesta mágica. Una nueva realidad que dio títulos como La casa verde, de Vargas Llosa; Cien años de soledad, de García Márquez; Rayuela, de Cortázar o La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Éstos sólo por mencionar brevemente algunos de los muchos libros que fueron éxitos del boom y que traspasaron la frontera de España y América Latina, ya que fueron traducidos en toda Europa. Admiradores de Joyce, Proust, Sartre, Camus o Faulkner, los dueños del boom son unos clásicos que viven, como García Márquez y Vargas Llosa, ambos premios Nobel, y que tienen ahora la oportunidad de ser revisitados “para recordarlos, criticarlos y ponerlos en su sitio”, dice a EFE Juan José Armas Marcelo, director de la cátedra Mario Vargas Llosa, organizadora del congreso internacional sobre el boom. Y es que, al fin y al cabo, como escribió García Márquez, “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.

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