Galeano entrevistado por Revista Ñ

Con motivo de la Feria del Libro de Buenos Aires y la publicación de su último libro "Los hijos de los días", Revista Ñ aprovechó para entrevistar al escritor uruguayo, lee parte de la entrevista:

-Si bien viaja seguido a Buenos Aires, la Feria del Libro no es un lugar que lo tenga como habitué. ¿Qué lo tentó a viajar ahora? -Es verdad, hace mucho tiempo que no voy a la Feria y no recuerdo cuánto hace de eso. ¿Qué me tentó? No lo sé. Creo que esto mismo, esto de no ir hace mucho tiempo porque, por lo demás, es decir por mi contacto o comunicación con los argentinos, con los lectores argentinos y con toda la gente, eso que llaman público, que es una palabra complicada de usar porque parece que uno estuviera vendiendo un espectáculo y no es así, siempre ha sido excelente y muy intensa, muy verdadera. El año pasado, por ejemplo, estuve en Tucumán, Jujuy y otros lugares y fue realmente increíble, porque tuve la sensación, y además sentí, que las palabras pueden tener dedos, es decir, que tocan a quien las lee y que esa relación casi física de la palabra con el lector vibra con mucha intensidad. Esto lo siento cada vez que cruzo el charco y me reencuentro con ese país que también siento que es mío. -¿Por qué? -Por muchas cosas, pero al fin y al cabo por una experiencia que para mí fue formidable: la revista Crisis, que fundé y dirigí casi hasta el final. Con Crisis queríamos demostrar que la cultura popular existía, que la cultura no era la que las voces del poder señalaban como tal sino que era otra cosa con fuerza propia y que lograba expresar una memoria colectiva. -Crisis no fue sólo una revista cultural emblemática sino también una revista cultural que se vendía y mucho. -Algo que era raro, sí. Es cierto, Crisis se vendía muchísimo y no te miento si te digo que llegamos a vender más de 35 mil ejemplares. Eso fue antes de que la crisis económica se llevara por delante a la revista Crisis. En un punto se hizo insostenible seguir adelante porque el precio del papel impreso no compensaba el costo del papel desnudo. Parece mentira que una revista que daba superávit y que pagaba sueldos decorosos a un equipo muy mínimo de gente no se pudiera bancar más. Pero así fue y así se fue una de las más lindas funciones que tuve y que muchos teníamos: reivindicar una manera de promover la cultura, una manera que no era la tradicional. Como dije recién, en Crisis creíamos que la cultura era una forma de comunicación o no era nada, por lo tanto, de lo que se trataba era de comunicarse. -Pero comunicarse implica un ida y vuelta. ¿Eso lo logró? -Sí, porque nosotros no sólo escribíamos para ser leídos, también tratábamos de recoger las voces de la calle y de la realidad y en eso sí que hubo idas y vueltas. Mientras la revista duró sus 40 números, que por cierto dejaron una huella dentro y fuera del país, lo logramos. Fue una experiencia exitosa, porque pudimos darle su espacio a las voces jamás escuchadas o rara vez escuchadas. Por eso siempre digo que discrepo con mis buenos amigos de la Teología de la Liberación cuando dicen que quieren ser la voz de los que no tienen voz. Eso no es así. Todos tenemos voz y algo que decir, algo que merece ser escuchado, celebrado o perdonado por los demás.

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